Marina y sus manos.
Nos conocimos hace muchísimos años.
Su modo de hablar provocó en mi imágenes desconocidas, lejanísimas, de películas.
Prolijísima, meticulosa, creativa, hace y deshace con hilos y telas hasta dar una nueva oportunidad a cada vestido, blusa, pantalón que llega a sus manos. Va moviendo lentamente la tela mientras alguien se prueba y ajusta hombros, largos, cinturas, con un sólo movimiento de alfileres.
Perdí la cuenta de la cantidad de remiendos que hizo en los pantalones de mis hijos, esto nos acercó de tal manera que ya no hay que decirle qué necesita una prenda, ni las preferencias personales. Ese saber adquirido a fuerza de tiempo y compromiso, es muy importante para nosotros, Marina es alguien valiosa en la familia y sus arreglos se expanden a amigas, nieta y sobrinxs.
Hace bastante que además de telas y tijeras en sus manos se escurre la arcilla y como no podía ser de otra manera, también creadora de imágenes y formas, Marina hace piezas únicas de cerámica, prueba, explora, se inspira en los cielos que ve cada día, en recuerdos de su tierra natal, en los colores de los pétalos bañados de rocío.
Cuando comenzó mi proyecto: Artesa, comencé a buscar historias, porque detrás de los objetos o junto a ellos aparecen los procesos creativos, los caminos nuevos, las opciones. Así es que me acerqué a Marina para conocer su mundo de arcilla.
Es inmensa la capacidad creadora, me gusta esperar sus tiempos y sentir la sorpresa del nuevo cuenquito o el diseño geométrico o florido que adorna una taza. Nos entendemos, somos mujeres sensibles y fuertes, por eso estamos cerca.
Sus historias, irán apareciendo en este blog a medida que ella me las vaya compartiendo, pero la esencia de Marina, está en su obra.