Hace mucho que viajo sola y mis sitios preferidos son los pueblos pequeños de Argentina.
Los viajes pueden ser diferentes según el momento en que se proyectan, pero en mi caso, hay un común denominador que es viajar para conocer modos de vida, historias, realidades distintas.
Cuando visito las provincias del noroeste, me gusta vivir el ritmo ciudadano en sus capitales o ciudades dispersas por la geografía, así encuentro las calles transitadas por quienes viven ahí y no por los turistas, es curioso darse el tiempo para respirar esos ritmos y encontrar todas las cosas que tenemos en común.
En general en las calles que circundan las terminales de micro puedo encontrar las mismas cosas que compro en el barrio de Flores en la Ciudad de Buenos Aires, en las calles peatonales, en cambio, según el sitio puedo ver las vidrieras de locales exclusivos, de importantes marcas, recién al final del recorrido, generalmente, aparecen nuevamente los comercios de venta de ropa, calzado, todo tipo de productos que vuelven a transportarme a los circuitos que frecuento cerca de mi casa.
La experiencia más valiosa para mi es descubrir los cambios de ritmos entre esas ciudades y los pueblos a los que llego, micro por medio, alejados de las urbes más cerca de las demandas turísticas, gustosas por lo auténtico y lo artesanal, en sus plazas puede ser que aparezcan las especias, los tejidos de telar,crochet o dos agujas, con lanas puras teñidas con tintes naturales o sintéticas teñidas con tintes industriales, todo convive, todo sucede a la vez, las piezas de cardón, de palo santo, de barro y las fundas para celulares.
Hay rincones que vale la pena descubrir, que encierran historias.
En Salta pude conocer uno de los sitios donde elaboran pimentón.
Los productores locales realizan el secado de los pimientos de manera artesanal, lo cual puede llevar hasta 25 días. Durante este tiempo, los pimientos se seleccionan cuidadosamente para garantizar un producto de primera calidad.
Una vez secos, se procede a la limpieza, donde se retiran los cabitos y las semillas, para luego moler únicamente la piel del pimiento. Esto da como resultado un pimentón puro y de altísima calidad, que se caracteriza por su sabor ahumado, un toque que se consigue usando la planta aromática jarilla, muy conocida en la región.
Generosamente me brindan información para que resulte más facil entrar en el mundo de esta producción característica y tan valiosa.
Me dicen:
Es aquí, en estos suelos fértiles del alto valle calchaquí, donde nuestro plantin de pimiento echará sus raíces. Primeramente trabajamos la tierra, es decir, se la riega para facilitar la plantación.
Colocamos los plantines de 35 a 40 cm de distancia para permitir un buen crecimiento respecto a su tamaño, cubrimos su base con tierra, presionamos suavemente el plantín contra el suelo para darle estabilidad y fijación.
Finalmente, regamos por segunda vez para "asentar" el plantín, asegurando su humedad y su primer abrazo a la tierra.
Con sus raíces fuertes, el tamaño perfecto y cargados de mucha esperanza son transplantados para que reciban todo el sol y crezcan hasta su cosecha.
Una vez cosechados, son ubicados al sol y así, lentamente se van secando para ser molidos hasta obtener un pimentón único por que es natural sin ningún agregado.
El contacto con la historia de Ángel me permitió llegar a este producto, él está de acuerdo en divulgar estos saberes y me cuenta;
" La historia de la producción empezó de generación en generación, mis abuelos comenzararon con esto del pimentón, no como una manera de negocio sino como un método de subsistencia, la agricultura acá en el Valle calchaquí no es un gran negocio, sino es para tener trabajo y por ahí al pasar de los años se hace como una costumbre, cuando hay épocas donde por alguna razón no hemos podido cultivar, sentimos que falta algo, esa necesidad de producir, de poner plantas, se vuelve como una costumbre.
Todos los años, desde un año antes, se va pensando qué se va a poner, cómo se va a poner, mi padre desde muy chico me fue inculcando el tema de la agricultura que es algo muy lindo, la verdad es que cuando uno ve crecer la planta, siente una satisfacción, es como un hijo para nosotros, a nuestros cultivos, se los cuida como tal.
Todos los años estamos poniendo plantines, el tema del molino empezó de mi parte viendo que acá la producción no se la valoriza, hay un precio internacional que se usa para todos pero no todos los pimentones son de la misma calidad, acá se dan condiciones ideales para producirlo, no es así en otros lugares, el clima de sol muy fuerte, noches muy frescas, el agua, hacen que el pimentón sea de muy buena calidad, reconocido internacionalmente, se hacen pruebas y realmente el de acá tiene muy buena calidad. El molino surgió para dar a conocer a los clientes el verdadero sabor del pimentón.
Cuando les vendemos a grandes proveedores, en el proceso que utilizan muelen con cabo y semilla lo cual significa un 30% de adulteración, que es la proporción de lo que acá se descarta, por eso en el molino se obtiene un pimentón puro.
Las grandes empresas aumentan su volumen pero disminuyen calidad.
Hay gente que viene de Buenos Aires y nunca había sentido el verdadero aroma del pimentón."
Auténtico sabor del norte en tu mesa.